Cuatro corazones de roca

Cuatro corazones de roca

"Abu Mari" se mantenía afanosa en su tarea, acababa de estrenar nuevo trabajo y estaba dispuesta a dejarlo todo relimpio. Ese día tocaba repasar todo el jardín, ya que con el fin del verano las hojas de los árboles y arbustos se marchitaron provocando que se desprendiesen cayendo al suelo.

El paseo empedrado cubierto de hojas pasaría a ser historia en cuanto "Abu Mari" terminase de barrerlo. Pequeños brotes de zarzas sobresalían por debajo del gran seto verde que unía la entrada principal de la vivienda con el paseo hasta alcanzar la verja de la calle.

Al inclinarse para cortar una de las diminutas zarzas, descubrió que un pequeño rostro con ojos vivaces y mofletes rellenos se asomaba a duras penas a los pies del gran seto que lo mantenía oculto entre su hojarasca. Los ojos de "Abu Mari" se cruzaron con los del inerte personaje. _¡Pero bueno tu qué haces ahí! _Pregunto sin esperar respuesta.

La mujer aparto una pequeña rama que le dificultaba la visión para observar más claramente a su diminuta nueva amiga que seguía mirándola fijamente con su extraña mirada.

Siguió barriendo paseo adelante, y con gran sorpresa continuo descubriendo nuevos personajes.

Rostros que con su mirada perdida le pedían a la extraña mujer que les sacase de aquella oscuridad desde donde les resultaba imposible ofrecer su magia para repartir por todo el jardín.

_¡No os preocupéis! Si me dan permiso yo os ayudaré a encontrar ese lugar desde donde podáis ofrecer buenos deseos, momentos de tranquilidad y también aventuras increíbles.

Cada vez que "Abu Mari" salía a barrer las hojas caídas de los enrevesados paseos que entrelazaban como un laberinto los diferentes enclaves del jardín, buscaba pequeños lugares donde sus nuevos amigos se sintiesen cómodos para desarrollar su misión.

El paisaje desde lo alto del jardín era impresionante y cautivador entre las rocas del paseo.

Eran tantos los rincones donde podía ubicarlos que tendría que buscar la esencia de cada uno de ellos para unirla al espíritu de los pequeños protagonistas.

Diminutos rostros de roca: cuatro en total, pequeñas caras burlonas a las que "Abu Mari" puso nombres.
La primera se llama "Dori" ya que según esta tenía cara de chica mala y mofletes rechonchos, fue a la que primero descubrió, con mirada picaresca y quizás un poco malvada.

El rincón que pensó para Dori, seria donde se encuentra ubicado el balancín. Ya que Dori es inquieta y necesita hacer bolar su imaginación, encontrar y descubrir nuevas aventuras para ofrecer. Solo hay que sentarse, cerrar los ojos y dejarse mecer, trasladándose a otros mundos de fantasía tan solo con la ayuda de su propia imaginación.

" Marbi "es el glotón de enorme boca y ojos de "yo no he sido" su rincón será junto a la mesa alta de cristal, seguro que será un buen segundo anfitrión capacitado para escuchar entrañables conversaciones en familia mientras se saborea una suculenta cena arropados por la luz de la velas, mientras Marbi les ofrece la magia del universo plasmado en un cielo plagado de estrellas y guiado por la luna llena.

"Don Miguel" es el nombre del tercer protagonista, es el más serio, quizás se parezca a Don Quijote, por eso "Abu Mari"  le puso el nombre de su autor o creador. De larga nariz su mirada perdida parece evocar pasadas batallas ganadas o quizás perdidas.

Un buen lugar para el seria cerca de los dos sillones de lectura donde el paisaje se interrumpe por una gran roca enclavada justo delante del paisaje haciendo imposible desviar la mirada hacia otro lado. ya que los dos asientos se encuentran justo enfrente.

Es el lugar perfecto para tener un buen libro entre las manos y dejarse acompañar por "Don Miguel" mientras vas pasando cada una de sus páginas escritas.

"Nube" es el último personaje apodado ¡mi sueño! Ya que "Abu Mari" soñó con él.

Se encontraba en clase de escritura creativa y ella no recordaba si había escrito el relato. La profesora la explico que el tema sobre el que tenía que escribir eran las nubes. "Abu Mari" asintió con la cabeza y dijo: _Es verdad ya lo recuerdo, pero no lo escrito ¡precioso tema! Qué pena no haberlo hecho.

Al día siguiente de nuevo se puso a escribir el cuento de sus pequeños rostros amigos y al escribir el nombre del último personaje que le quedaba por ubicar en el jardín, recordó que días antes le había puesto nombre, pero no le gustaba y entre paréntesis estaba escrito: (mi sueño). El rostro del pequeño protagonista era en forma de nube así es como descubrió el último nombre. 

A ella la pondría en la parte más alta del jardín, desde donde se pudieran ver todas y cada una de las nubes que pasasen por el cielo empujadas por el viento, ese mismo viento se encargara de arrastrar los malos momentos vividos llevándolos muy lejos donde puedan ser olvidados.

En estos cuatro pequeños corazones de roca se encuentra guardada "la esencia de la imaginación, la sabiduría, el universo y la fuerza de las personas" y todo ello unido es ¡mágico! O en la imaginación de "Abu Mari" quiere que así lo sea.

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    ago 29, 2023

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