Isabel, lo amargo de una bella arma

Isabel, lo amargo de una bella arma

Con 25 años de edad, y nombre de princesa, Isabel había salido de casa al amanecer. El sol comenzaba a conquistar las sombras, y con algo de niebla matizando ese momento, hacía de la transición entre la noche y el día un extraño instante que nunca había experimentado antes. Le pareció extravagante la luz de esa ocasión, pero no le dio importancia. Tenía ese pensamiento común de que “Hoy” sería diferente.

Isabel vivía al lado del lago, el mejor ambiente posible para tener una existencia feliz, al menos eso creía y lo intentaba. En ese amanecer, y en la ciudad más cercana, se dirigía a hacer realidad uno de los sueños de su vida, el que no contó nunca a nadie.

En su salida de casa, a solo 200 metros la encontró. Nunca había tenido un arma en sus manos.
Cautivada por la belleza del artefacto no lo pensó dos veces y recogiéndola del suelo la apreció sin prevenciones, sin límites, saboreando el momento.

Era sin dudas excepcionalmente hermosa. Matizada en colores negro y blanco, nunca imaginó una así, y esto le hizo recordar el amanecer de ese día. Pensó en segundos como la luz se estaba tragando sin piedad a la triste oscuridad de la noche. También se sentía fría, era un objeto frío.

Aunque confundida, Isabel estaba irreversiblemente emocionada. Pensó en tirarla y escapar, pero poseer un arma no la hacía culpable, y aunque intuía que algo podía salir mal, incluso con ella misma, no existía nada que justificara perder ese gran momento. Cautivada por su belleza y el peso misterioso que poseía, sucumbió a mimarla entre sus manos.

Utilizó su mirilla y apuntó hacía el lago que quedaba a su espalda, amagando un disparo, recordando los juegos de sus hermanos pequeños con armas “de mentira”. Esa misma tarde, Roger, de solo 5 años jugó de esa forma, y en imágenes fugases, Isabel repasó el momento y casi sin ser consciente, simuló la rutina de su juego.

Justo pasaba a 50 metros su anciano padre, quien repartía leche fresca casa por casa todos los días temprano en la mañana. El nunca la vio, y ella a modo de prueba hizo blanco perfecto en su pecho, desafiando la fantasía de un juego con la realidad de un arma real sin su “seguro anti disparos” accionado. Algo la hizo apuntarle, estremeciéndose por más de un sentimiento albergado en su joven existencia.

Un ruido ensordecedor rompió la serenidad del lago y la quietud del mejor lugar de la vida para vivir. Donde nada sobresaliente ocurría, ni el bullicio de la ciudad aturdía, ni la monotonía confundía al alma, pero hacía mirar al cielo y encontrar en las nubes sueños distintos cada tarde. El día anterior Isabel había observado mucho el cielo.

Una bandada de aves voló asustada, salieron disparadas de su reposo nocturno pegados al agua, pasando en vuelo rasante cerca del cuerpo de la joven, despavoridos por el ensordecedor eco del disparo.

Estaba ella tendida al lado del camino y casi sin aliento para pensar, pero lograba reflexionar aún con la vida que le quedaba, sobre qué había ocurrido, porque no entendía mucho.

Había colocado el arma en su cien y accionado el gatillo disparador. Lo había visto en dos de sus películas preferidas y el sonido rebotó siempre, menguando el estrés de los espectadores del momento.

En esta ocasión no tenía que ser diferente, eso razonó sin razonar en solo tres segundos aquel amanecer antes de accionar el gatillo. Quiso experimentar que siente un ser humano con un arma en su cien y no perdió la oportunidad. No pudo pesar sus deseos, que abalanzándose sobre ella en juego de pensamientos encontrados, la hizo probar aquella pistola.

También recordó a su padre, a quien había apuntado solo instantes antes.

Y no pudo pensar más, algo sumamente oscuro minó su mirada, y con la belleza del objeto negro y blanco aún refulgiendo entre sus dedos, lo observó finalmente sin poder sacar conclusiones claras y murió.

Todos se preguntan en el caserío por qué Isabel se suicidó ese día de 1970. Muchas historias se han contado y una leyenda digna de un libro de novelas prevalece, dejando boquiabiertos a quienes la escuchan por primera vez.

Un año después, un ramo de flores se observó en su tumba, y gravado un escrito con letras amarillas, azules y negras rezaba así: “A ti amiga, sabemos que lo intentaste, pero no soportaste la vida. Nosotros y el lago te recordaremos”

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    ago 29, 2023

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