La princesa masacrada

La princesa masacrada

Una luz ciega mi mente, no puedo pensar ni respirar, algo me impide que mi cerebro dé una orden correcta a mi cuerpo, estoy tirada en la cama, aletargada con la mirada perdida, no sé qué hacer, ni pensar, no me apetece nada, necesito que pase el tiempo, que la pesadilla se diluya en mi cabeza, dicen que el tiempo lo cura todo ¿no?, ¿curará también mi corazón?, ¿mi mente?, ¿mis sentidos? No, es imposible jamás me recuperaré de la atrocidad sufrida, jamás llegaré a comprender el mal, ¡que ingenua he sido!, como he podido confiar en esos chicos, la inocencia inculta de la inexperiencia, hasta que te pasa algo, algo que hace girar una parte de tu cerebro y te destroza la vida. ¿Cómo pude ser tan inocente?, ¿por qué fue tan fácil engañarme?, ¿cómo lo podía haber evitado?, ahora me hago un montón de preguntas.

Aquí estoy en la cama, no puedo levantarme, siento una honda opresión en mi pecho y mis sentidos no me acompañan.

  • Manolo la niña no sale de su ensimismamiento algo le ha pasado
  • Que va mujer, ayer llegó de madrugada y hoy se levantará más tarde
  • Pero es la hora de comer y no ha dado señales de vida, ni me contesta, está encerrada en su habitación. Ve tú y habla con ella.

Siento los pasos alrededor de mi habitación, ¿qué les digo a mis padres?, disimulo, hago como que no ha pasado nada, no soporto el dolor, quiero morirme, ¿por qué me ha pasado esto?

¡Qué raro que Eva no se levante! ya es la hora de comer y todavía no se ha despertado. Esta juventud cada día está más perdida, tantos conciertos y tanto salir de noche, menos mal que hoy no tiene que ir al instituto.

  • Eva son las dos, llama Maribel a la puerta de su hija, levántate ya, que vamos a comer

El silencio invade la casa, Eva no contesta y Maribel vuelve tras sus pasos a terminar de hacer la comida, pone la mesa esperando escuchar la manivela de la puerta de la habitación de su hija.

Manolo está leyendo el periódico en el ordenador, piensa que un día dejará de leer todas las inmundicias de información que escriben, siempre lo mismo, las noticias son cada día más partidistas, piensa, a quien quieren convencer y de qué, puf, que aburrimiento siempre igual.

Se levanta y va donde Maribel, le persigue por la cocina.

  • Anda, echa un vistazo a tu hija mientras termino de freír el pescado, que no acaba de levantarse, es raro en ella, ¿estará enferma?

Manuel, arrastra los pies por el pasillo, quiere hacer ruido para que le escuche su princesa, su niña, la alegría de su vida. Solo tuvieron una hija, su mujer casi se muere en el parto y no pudieron tener más, para él estaba bien, esa hija le regaló la alegría de ser padre, tan vulnerable, tan bonita, tan abierta y simpática que daba alegría volver a casa jugar y repasar con ellas las tareas. ¡Cómo pasa el tiempo! ya con 17 años a punto de cumplir los 18, toda una mujer y una mujer de valía, lista, responsable, estudiosa, aplicada y sobre todo centrada.

  • Evita, no te hagas más la remolona, ya nos vamos a sentar para comer, venga hija.

Está en la puerta de la habitación de su hija, no se atreve a molestarla. Ya la niña había crecido y tanto, a su mujer como a él, no les dejaba entrar en su vida y en sus intimidades, y para ella, su habitación era su paraíso.

No puedo levantarme, solo un dolor agudo ocupa mi mente, no puedo pensar ni moverme ¿Cómo pude llegar a mi casa? No me acuerdo, ya mi cabeza solo da para llorar y una impotencia me recorre todo el cuerpo.

Notó un clic en la puerta, una claridad entró por sus ojos y un grito escuchó como un eco de su mismo grito.

De inmediato Manolo y Maribel se acercaron a la cama y abrieron la ventana, su hija no era su hija sino un manojo de moratones y sangre, estaba vestida, pero con la ropa a girones, era como si le hubiera pasado un monstruo por encima. Maribel una vez pasada la primera impresión y con lágrimas en los ojos llamó al 112, no se lo ocurrió otro número, no sabía qué le había ocurrido a su hija, pero si algo grave. Estaba inconsciente y aunque abría los ojos era como si no viese, toda la sangre acumulada en los pantalones, que se derramaba por los muslos hasta llegar a los tobillos, le dio una idea de lo que había ocurrido.

En menos de diez minutos su casa se llenó de policías y después en una ambulancia, la trasladaron al Hospital.

A partir de ese momento cambió sus vidas.

  • ¿Cómo iba vestida su hija?
  • ¿iba pintada?
  • ¿qué hacía sola a esas horas?

¿Pero que insinúan?, se preguntaba Maribel, que más daba eso, aunque fuera desnuda, lo que habían hecho a su hija no era humano, ¡tenían que detener a esos perros, a esos animales que habían violado en manada a su niña!, gritaba sin que nadie le escuchara.

Su marido no respondía, estaba como su hija, en una nube sin poder hablar, responder, ni hacer nada, su tesoro ¿quién habría podido hacerle eso?

Dos años después, aunque habían localizado a los agresores, estaban en la calle bajo fianza, aún no se conocía la fecha del juicio.

Eva en un psiquiátrico, había pasado por todo tipo de depresiones, e intentos de suicidios, se había negado salir a la calle y no había forma de que su mirada, sus pensamientos recuperaran un mínimo sus ganas de vivir.

Manolo y Maribel, vivían desesperados, sin esperar nada de la justicia, porque no hay justicia que te devuelva a tu hija.

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    ago 29, 2023

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